
A los 19 años, de un día para otro, integró la banda de Charly García en el momento de mayor éxito del maestro del rock argentino. Antes de eso había formado parte de dos bandas más, Clap y Fricción, esta última con Gustavo Cerati y Richard Coleman. A los 15 años ya tocaba jazz en una orquesta en canal 9 junto a los grandes del humor. Y después de Charly fue cofundador de La Portuaria junto a Diego Frenkel. Así, sin más, Christian Basso (55), músico, compositor y multiinstrumentista, llegó a la adultez junto a los grandes del rock nacional, y definió una personalidad única en el escenario.
Nos recibe en su casa, junto a sus dos gatas, Minie y Gucci, una negra y otra blanca, en medio de su sala de instrumentos, todos fuera de sus fundas, "porque los instrumentos deben estar en contacto con el aire", nos dice, como si encontraran ahí, en la atmósfera de su hogar la poesía flotando en el aire.

"Cuando tenía 19 años me tuve que aprender de un lunes a un viernes todos los temas de los tres discos más importantes de Charly, Yendo de la cama al living, Clics Modernos y Piano bar. Todos obras cumbres que tuve tocar en la prueba a la que me invitó Samalea. Charly nos había venido a ver a un recital de Clap, vino en su motito con su teclado, así como estaba, y como siempre él terminó tocando algo, viste?. Parece que algo le gustó y ahí fue cuando Samalea me dijo que Charly quería probar algunos músicos. Bueno, hicimos la prueba en la casa del Zorrito (Von Quintiero) que él no era parte de la banda, era una especie de fan de Charly, y en la banda estaban en ese momento Andrés (Calamaro) y Melingo, que ya venían de Git, que los había agarrado Charly, como antes había agarrado a los Abuelos. Bueno, fueron años fabulosos, en los que aprendí lo que es ser músico de verdad, donde nada se te puede escapar".

Todo eso sucedió en 1986, cuando Christian cumplió unos meses después 20 años. "Hoy decidí empezar a escribir, para poder ordenar un poco los recuerdos y no tener que romperme la cabeza cuando quiero recordar algo de todo lo que pasó en aquéllos años, porque el cerebro tiende a confundirnos. No se si aquéllas fueron las mejores decisiones pero fueron las más importantes. Antes que Charly fuera a grabar Parte de la Religión, yo dije No y me fui a estudiar antropología. Me fui con cinco chicas a Brasil, Salvador, Bahía, y cuando volví me metí en la facultad. Tenía todo para seguirlo a Charly y estar en Nueva York con él, pero no me gustaba, sí su música, siempre fui fan de él, le robaba las listas de temas del escenario. Pero lo que no me gustaba era ese glamour, el Say No More, esa cosa insensible con el medio. Por ejemplo, habíamos ido a Chile a tocar ante 60 mil personas, y la caballería de los carabineros, aún estaba Pinochet, había provocado unos incidentes enormes fuera del estadio, y nosotros en el Sheraton como si nada estuviera pasando. Era como una vida de Rolling Stone, y yo sentía que a mí no me correspondía eso, yo sentía que sí, era lo que me gustaba pero necesitaba hacer algo más antes para merecer eso. Por eso dije que no, y después vino La Portuaria, aunque no fue lo mismo. Porque los músicos de esa banda anhelábamos otra cosa, algo muy distinto a lo que eran las canciones de Charly".
El padre de Christian, Héctor Basso, era músico de Jazz, y quizá la pasión por el trabajo y convertirse en buen músico lo heredó de él, y contrasta con el mundo en el que hoy su propio hijo de 30 años, también músico, percibe los procesos de creación y el acceso al momento de trascender. "Para mi padre ser músico era un trabajo, había que hacerlo bien, en la orquesta tenía músicos con swing y otros que no, y no había eso que vino después de la figura del artista. Y de repente se creó una mística con músicos que no eran muy buenos pero que decían cosas interesantes, como Bob Dylan. Sus canciones no las podés tocar con una orquesta sinfónica, te quedan cuatro acordes nada más, pero el típo tenía un poder en lo que decía, y se traspasó un secreto en la sociedad. Y después todos quisieron ser eso. Y hoy lo que sucede es que se accede a través de la tecnología, casi gratis. Yo hoy si quiero puedo tomar clases con todos los videos de Jaco Pastorius en YouTube, y sin embargo hoy los pibes ni siquieran tienen la paciencia para escuchar un album completo, todo es para buscar likes, para generar tráfico. Y lo que hacíamos nosotros, ir a buscar un vinilo por ejemplo de Mr. Gone de Weather Report, escucharlo mil veces y descubrir la poesía que había en ese ritual, se perdió y se perdió el proceso creativo que eso significaba. Pero creo igualmente, aunque ya hizo mucho para eso, que Zuckerberg no va a poder pisarle la cabeza al dios de la poesía."

La pandemia lo tuvo encerrado casi un año y medio por temor a contagiarse debido a algún problema pulmonar producto de haber fumado mucho. "Yo me encerré y realmente tenía miedo de morirme. Creo que la pandemia sirvió para tomar conciencia, no solo de las cosas de la sociedad si no de uno mismo, como encarar ciertas cosas de la vida". Como fruto del encierro de la pandemia, rescata algunas cosas interesantes que surgieron para arrancar ciertas sonrisas en la gente, como los diálogos en las redes sociales entre Ciro y Juanse, o el Zorrito cocinando y haciendo música en los lives de Instagram. También resurgió La Portuaria. "Decidimos juntarnos porque teníamos la necesidad de hacer música, pero nos juntamos desde otro lugar. Mi mundo ya no es tocar solo con La Portuaria, es este, los instrumentos, ahora estoy aprendiendo a tocar el trombón, hacer música para cine (El país de las últimas cosas, basada en una novela de Paul Auster lleva la banda sonora de Christian Basso, o la serie El Maestro y otros proyectos para plataformas como Amazon y Disney) pero juntarnos y tocar nos hace muy bien, de hecho muy pronto van a editarse 4 temas nuevos de La Portuaria".
Como solista editó los discos Profanía (2001), La pentalpha (2004) y La música cura! (2011); este último, nominado en Argentina a los premios Gardel de 2012, como mejor álbum en la categoría de World Music. En 2013, editó su cuarta placa discográfica titulada Espiritista, cuyo primer corte de difusión, fue la canción «Mejor bailar», que contaría con la participación de Gustavo Cerati. Este tema fue grabado unos meses antes del Accidente cerebrovascular (ACV), que sufriría Cerati en 2010 en Caracas y fue incluído en el álbum que vio la luz en 2013.
"De todas las cosas que viví recuerdo una que me marcó para siempre cuando querés ser un profesional de la música. Estábamos en Chile tocando y Quebracho, el legendario asistente de Charly, me dio un bajo para hacer un tema que estaba arreglado en re. El bajo no estaba afinado así, y cuando toqué la primer nota Charly me clavó una mirada fulminante. En ese momento entendí que hagas lo que hagas no podés dejar nada librado al azar, porque así es como trabaja un profesional".
