
Le debemos el filtro de café a la inventora y emprendedora alemana Melitta Bentz quien desarrolló este invento en 1908. En el siglo XVII, cuando el café se empezó a tomar por primera vez en Europa, la técnica más habitual para prepararlo era la infusión de los granos a fuego lento durante 5 minutos o simplemente el vertido de agua hirviendo sobre los granos molidos.
Dos siglos después, cuando el café se convirtió en la bebida favorita de la nobleza, innumerables inventores se inspiraron en él para construir todo tipo de dispositivos que ayudaran a extraer el aroma y el sabor de los granos de café. Sin embargo, la mayoría de estos nuevos artilugios eran poco más que mejoras estéticas respecto a lo que ya se utilizaba, consiguiendo pocos o nulos resultados de mejora en la calidad de la taza.
A comienzos del siglo XX, el café ya no es un lujo y mucha gente lo disfrutaba todos los días, en el desayuno y a media tarde. Es en esa época que en las cafeterías hacen acto de presencia las primeras máquinas de café espresso, mientras que en casa se popularizaron los métodos de filtración. Aparecieron los tamices de metal y porcelana que complementaron la oferta de tamices de lino del momento, aunque ninguno de los nuevos métodos, resultara particularmente exitoso, ya que parte del café molido se colaba a la bebida y la filtración resultaba tan lenta, que a menudo, el café estaba ya casi frío, antes de que se pudiera servir.
La solución a estos problemas no tardaría en llegar. Fue en 1908 que una emprendedora ama de casa alemana tuvo la idea de utilizar un papel para filtrar el café durante su preparación. Se llamaba Melitta Bentz y su invento cambió radicalmente la forma de preparar el café de millones de personas de todo el mundo.
Melitta pronto advirtió el potencial de su invento que no solo dejaba libre de “tropezones” el café, sino que conseguía rebajar el sabor amargo de la bebida por exceso de cocción. Es así que decidió solicitar la patente para su filtro de papel, la cual le fue concedida en junio de 1908. El invento se convierte, entonces, en una oportunidad de negocio y la incipiente compañía “M. Bentz” se pone en marcha con un capital de 73 pfennigs, poco menos de un euro, en una habitación del domicilio familiar en la ciudad alemana de Dresde.
Todos los miembros de la familia Bentz, el matrimonio y sus hijos colaboran en la fabricación del nuevo sistema de filtración. Cuando iniciaron su comercialización, disponían apenas de 100 cajas de papel de filtro y 50 vasos perforados que metieron en sus maletas junto con paquetes de café y llevaron a tiendas de artículos para el hogar y los incipientes grandes almacenes del momento.
La agudeza comercial de Melitta, llevó a la familia a instalar un estand en la feria de Leipzig de 1909, donde esta ama de casa realizaba demostraciones de su invento con gran éxito. El público apreciaba la rapidez del sistema y la limpieza de la taza sin restos de café molido en su interior. Al final del certamen, habían vendido, 1.200 filtros de café.