
"Bebí orina y sangre de murciélago para sobrevivir", cuenta el atleta Mauro Prosperi, que tenía 55 años cuando se perdió en la Maratón des Sables por culpa de una tormenta de arena y vivió 9 días en el desierto en 1994.
En ese entonces, practicaba pentatlón moderno, de hecho asistió a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984 con el equipo italiano. Pero quería probar nuevas experiencias y correr en lugares inhóspitos. La autoridades de Marruecos lo buscaron cuatro días, quedó a merced de él mismo y su suerte. Recuerda: “Iba a atravesar un tramo del desierto de 4 kilómetros de ancho, por 40 de largo. Entonces corté camino por unas dunas pequeñas, y en un momento se desató el infierno. Las dunas pequeñas son más peligrosas que las grandes. Se mueven. Vi que si me quedaba quieto, me cubrirían, así que empecé a moverme”.
Después de correr durante unas cuatro horas, subió a una duna y seguía sin ver nada. "Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un gran problema". Por fin, después de casi 10 días en el desierto, Mauro se encontró con una joven que estaba pastoreando a unas cabras. Tambaleándose llegó hasta ella. La niña formaba parte de los nómadas Taureg y lo ayudó a llegar hasta el campamento en el que vivía donde lo acogieron y le dieron leche de cabra y té de menta. Cuando vieron que había ganado fuerzas, lo cargaron en un camello y lo llevaron hasta un puesto de la policía. Después de desviarse casi 300 kilómetros por el desierto, Mauro ya no estaba en Marruecos, sino en Argelia.

Casi 30 años después, Infored21 se comunicó con Mauro y pudimos hablar con él de aquélla experiencia y su presente entrenando atletas, amante de la naturaleza y de las diez veces más que volvió a correr la Maratón des Sables. "Hice el Marathon des Sables 10 veces más, y cada vez siempre ha sido algo maravilloso y único. Incluso después de mi aventura, después de recuperarme, comencé a entrenar nuevamente. Esta es mi forma de vivir e interactuar con el mundo, entonces consideremos que soy un entrenador, siempre me encuentro entrenando a mis atletas y muchas veces entreno con ellos. Cuando tienes la espalda contra la pared, logras sacar lo mejor de tí mismo y vences cualquier obstáculo que se te presenta, logras volver cuerdo de tí mismo".
¿Pero seguramente hay algo dentro tuyo que te hizo cambiar?
"Me dio aún más fuerza para derrotar al mal, amplificó la forma en que interactúo con el mundo de manera positiva".

Mauro está rodeado de una hermosa familia, su mujer Milena y sus hijos. "Mi día es muy ocupado, me levanto temprano en la mañana y preparo el desayuno para mi esposa y sus hijos Giuseppe y Giulia, y luego mientras ella va a trabajar en la tienda, empiezo a preparar programas de entrenamiento para mis deportistas y para mí. Vamos a los campos de entrenamiento, campo de atletismo , piscina, para seguir a los atletas. En cuanto a mí, entreno muy temprano en la mañana, diversifico mis entrenamientos, natación, bicicleta, carrera, gimnasio…. Siempre estoy en movimiento, todo esto es mi oxígeno."
¿Cuál es tu propósito en la vida?
"El propósito de mi vida es vivir la vida, amarla, hacer que los que me aman la amen. Amar a la Naturaleza, respetarla, educar al hombre para respetarla. Ella es la fuente de nuestra vida, si no la amamos y la respetamos corremos el riesgo del fin del mundo y de nosotros mismos".
¿Si tuvieras que dividir tu mente en una carrera, que porcentaje le darías a la cabeza y cuánto al corazón?
"Esto que me pides es mi "Mantra", estoy convencido que si no pones CABEZA Y CORAZON en todo, nunca podrás comprender, crear, amar, alegrarte, llorar, morir. Sabiendo que la verdadera esencia es VIVIR en 360 grados, sin pensar nunca que no podrías hacerlo".
¿Y qué porcentaje le das a las piernas?
"Las piernas siempre me llevaron a donde yo quise y siempre me apoyaron, nunca vacilaron, nunca me traicionaron, han sido, son y siempre serán parte integral de mi, para lograr las metas que me quedan. Ellas junto con el Corazón y la Mente son el eje de mi existencia, que junto a los que me aman, me dan la fuerza para llegar al fin del mundo"
La pandemia le quitó a su madre y a su padre, eran sus mayores apoyos, educadores, "verdaderos gladiadores que me hicieron hombre y me han dado tanto". Hoy de cerca, en Europa ve la guerra como algo mucho más real que nosotros a la distancia. "La guerra es destrucción, muerte, sufrimiento, peligro, muerte. Y todos aquellos que han hecho de todo y más y que todavía siguen haciendo sufrir a la gente, deben desaparecer de la faz de la tierra. Estamos viviendo esta guerra de una manera tan estrecha que todos somos culpables y somos incapaces de sofocarla, todo por el egoísmo y el poder de alguien".
Por último, contactarlo a Mauro a través de su Facebook abrió las puertas para muchas otras consideraciones desde lo humano y la sabiduría de quien se ha visto en el límite. También para quienes quieran encontrar en él una fuente de motivación. Algo que por estas tierras es difícil de encontrar.